Dice Gould (472) que difícilmente puede negarse que la teoría de la mutación de De Vries representa “en principio”, un mecanismo que no puede ser más antidarwinista en el nivel crucial del propio interés de Darwin: el origen de las especies.
Es cierto, pero también hay que tener en cuenta que la manera de entender qué es lo fundamental en el origen de las especies puede ser y es muy ambigua:
1) La variación (por mutación o por lo que sea) produce nuevas especies (o al menos nuevas variedades).
2) Sean cuales sean las nuevas variedades o especies, es la selección natural la que decide qué especies existirán o seguirán existiendo.
Se podría señalar, tal vez, la diferencia entre crear especies y crear las especies (las que son estables).
O tal vez se podría decir: la diferencia entre proponer variedades y crear especies.
Es fácil, y creo que seguramente correcto, darle a la selección natural un peso creativo decisivo en el origen de las especies. En conjunción indispensable, eso sí, con aquello que produzca (“proponga”) variaciones. La selección natural no puede trabajar sin variaciones, pero las variaciones posiblemente sí se producen sin intervención de la selección natural. Es decir, haga lo que haga la selección natural, se producen variaciones.
Esto parece, de nuevo, devolver al mecanismo que produce las variaciones el lugar de honor en lo que se refiere al origen de las especies, pero hay que tener en cuenta que, aunque la selección natural no cause las variaciones, sí es responsable, sin embargo, de la supervivencia de unas u otras variaciones y variedades, con lo que en gran parte determina el recorrido de esas mutaciones o variaciones.
Es decir:
Supongamos que no existe una intervención de la selección natural. Eso se traduciría, digamos, en la supervivencia de todas las variedades (esto es algo difícil de plantear en el mundo real, pero probablemente si resulta factible en una simulación de ordenador).
Al cabo de un tiempo, podríamos tener este resultado:
En este proceso, simplificado hasta el exceso en el diagrama, las letras designan especies. Todos los individuos se reproducen en esta simulación, excepto si algún mecanismo determina que no haya tal reproducción (individuos estériles, por ejemplo).
Pues bien, este proceso reproductivo y el origen de las especies en ausencia de selección natural sería muy distinto al que tendría lugar si la selección natural actuara.
Daría por ejemplo, un resultado como el siguiente:
Se puede ver aquí que, con la selección natural actuando, A3 consigue antes una preponderancia clara, lo que no permite siquiera la emergencia de ciertas variedades como F, y acelera o causa el surgimiento de nuevas especies como G.
Sin la presión de la selección natural, la variedad A1 no habría sido privilegiada de tal modo que surgiera la variedad G mucho antes de lo que había surgido.
Pero eso era en el supuesto inicial (gráfico 1) de acción cero por parte de la selección natural, posible en un ordenador, lo que facilitaba que se reprodujeran todas las líneas o individuos. Pero en un mundo con recursos limitados, tal cosa no sería posible.
Supongamos un mundo con recursos limitados en el que no todos los individuos pueden sobrevivir. Pero supongamos que tampoco ahora actúa la selección natural. ¿Cómo seleccionamos a los individuos? Tirando un dado, por ejemplo, o decidiendo nosotros a la manera de dioses omnipotentes.
Será fácil comprobar ahora, en una simulación de ordenador, que el proceso evolutivo será muy distinto y que algunas especies que surgieron cuando todos los individuos se reproducían, ahora NUNCA surgirán, mientras que otras aparecerán o desaparecerán de manera asombrosa, pese a su éxito adaptativo aparente (nuestro dado o dios omnipotente quizá se parecería, en tal caso, al efecto de una gran catástrofe o extinción masiva).
Teniendo en cuenta estas cosas, es por lo que se puede hablar del carácter creativo de la selección natural en el origen de las especies, sea cual sea el mecanismo que provoca la variedad.
Desde este punto de vista, la disputa De Vries/Darwin es acerca de la preponderancia de la mutación o de la selección natural en el origen de las especies, pero eso no hace incompatibles per se la mutación y la selección natural.
[No sé cuál será la conclusión de Gould. Yo estoy leyendo ahora la página 473]
La Palma, septiembre 2004
Cinco minutos después:
Gould parece dirigirse hacia esta dirección, e incluso el propio De Vries (ver 474ss).
10 minutos después:
Así se confirma (477).
Como en una película de misterio, uno anticipa el desenlace y se cree muy listo, pero el autor de la película, Gould, sembró las pistas que nos permitieron esa anticipación.
Un poco después:
Me interesaría hacer esa simulación de ordenador y espero poder hacerla. Se podrían probar distintas teorías, como la ortogénesis, las extinciones masivas, etcétera.
En cualquier caso, aquello que propuse era una idealización, porque parece evidente que incluso los defensores de la mutación, de la variación programada o cualquier otra cosa, no pueden descartar de modo absoluto la selección natural, la influencia del medio y la competencia entre especies (así lo hacía el propio De Vries). Puesto que tiene que existir una influencia de la selección natural por mínima que sea (especies que se reproducen sin limitación alguna saturarían el medio y agotarían los recursos). Creo que esa influencia hace inevitablemente decisiva la intervención de la selección natural, no sólo acelerando la aparición de ciertas especies, al privilegiar una línea u otra. En este sentido, la selección natural es creativa.
Sé que este argumento suena, prima facie, como circular, es incluso casi como una tautología, pero espero mostrar que no es así y aclarar la confusión de esta exposición apresurada.